Se nos ha ido un referente político, protagonista indiscutible de un momento histórico para el pueblo vasco. Xabier Arzalluz era un político con mayúsculas. De los que ya no abundan. Una de las piezas clave en el nacionalismo vasco reciente y de la historia de nuestro pueblo durante la recuperación de la democracia y del autogobierno en nuestro País.
Persona de firmes convicciones, de una enorme vocación política. La vivía con auténtica pasión, pasión que era capaz de transmitir a quienes hemos tenido la suerte y el privilegio de aprender de él. Brillante orador, pero sobre todo una persona con una enorme visión política. Una visión a largo plazo, y una visión amplia, que sabía ubicar nuestra realidad en el contexto europeo y mundial.
Xabier Arzalluz era una persona con una enorme fortaleza. Sabía como nadie hacer frente a la adversidad y soportar las críticas y descalificaciones de las que injustamente fue objeto en vida. A ello se unía una enorme capacidad de escucha y análisis, una faceta que no ha sido valorada de forma suficiente. Posiblemente otros han sido los rasgos que se han destacado de él. Y sin embargo, la firmeza de sus posiciones tenía como base esa capacidad de escucha, de profundo análisis y el enorme conocimiento del que era portador.
En un contexto como el actual es cuando la aportación de Xabier Arzalluz a la historia de nuestro pueblo y a la política brilla con mas fuerza. Sin duda, hoy más que nunca, quienes creemos en la política reivindicamos la figura de quien nos ha dejado. Xabier Arzalluz ya no está entre nosotros, pero el inmenso legado que nos deja permanecerá para siempre en nuestro pueblo.
