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2016
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Andoni Ortuzarren hitzaldia Madrileko Unibertsitate Complutenseko udarako ikastaroetan

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Uztaila 05 | 2016 |
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“Nueva legislatura: nuevo comienzo y nueva oportunidad”

El título de este curso es ‘Propuestas de futuro para la convivencia en una Euskadi sin ETA’. Lo primero que me parece importante resaltar es que ya vivimos en una Euskadi sin ETA. No se trata de una aspiración, sino de un hecho confirmado. Hemos pasado décadas sufriendo, luchando y esperando para vivir en una Euskadi sin terrorismo, y eso hoy es una realidad. De hecho, ETA hoy no está en la agenda de prioridades de la sociedad vasca. La ciudadanía está a otros temas y preocupaciones que tienen que ver con los retos vitales, sociales y políticos que nos presentan el mundo y la sociedad de hoy. Me parece muy importante resaltar esto para entender el contexto en que se sitúa el día a día de nuestra sociedad.

En términos generales, para la inmensa mayoría de personas menores de 30 años, ETA forma parte de un problema que padeció otra generación. Los menores de 20 años tienen una idea lejana de lo que supuso todo esto. A los menores de 18 ó 15 años hay que contarles qué es lo que pasó. Todos las personas de entre 30 y 50 años han nacido y llegado a la conciencia de la mayoría de edad con ETA en activo como parte de una herencia del pasado. Quienes tenemos por encima de 50 años hemos vivido toda nuestra vida con este terrible problema. Ahora, no podemos obviar una sensación de fatiga acumulada en relación con esta cuestión. Desde este punto de vista, la vida ha tenido un condicionamiento monográfico asociado a la injusticia de la violencia, y al sufrimiento y tensión que ha provocado.

Estos comentarios forman parte, si me lo permiten, de una crónica de ambiente que es necesaria para abordar esta cuestión, con más motivo si de lo que se trata es de reflexionar sobre los próximos años, porque esta tendencia se agudizará. A pesar de todo ello, de ningún modo quiere esto decir que ya no haya que hacer nada más o que todos los problemas estén resueltos. Ni mucho menos. Son muchas e importantes las tareas que quedan por abordar. Es fundamental que las hagamos bien. Pero creo que tomar conciencia de este clima sociológico nos sitúa en el contexto real en que tenemos que desarrollar esta tarea. Tenemos que pasar página, pero tenemos que leer la página y hacer una lectura crítica de lo que ha supuesto, entre otras cosas, para que errores similares a los del pasado no vuelvan a repetirse.

Hecha esta introducción, mi ponencia tendrá tres partes: la primera es un análisis de situación, la segunda contiene una serie de reflexiones de carácter propositivo, y en la tercera, finalmente, planteo el reto que creo que, como fuerzas políticas, tenemos por delante en los próximos cuatro años.

Comparto plenamente el análisis hecho ayer mismo aquí por el Lehendakari. Después del anuncio del fin de ETA en septiembre de 2011, la legislatura 2012-2016 ha estado marcada por un importante avance social en materia de normalización de la convivencia y por varios bloqueos en lo que al final ordenado del terrorismo se refiere.

En materia de normalización de la convivencia, el diagnóstico de situación refleja un avance intenso y sostenido con gran identificación ciudadana. La sociedad vasca vive y convive su vida cotidiana de acuerdo a los estándares de una sociedad avanzada, convirtiendo la normalización en normalidad. En cuanto al final de ETA, se confirma su carácter definitivo. No obstante, el diagnóstico de situación presenta un bloqueo en torno a tres nudos: uno, desarme y desaparición definitiva de ETA; dos, política penitenciaria y reinserción; y tres, reflexión crítica sobre el pasado y consensos ético-políticos básicos.

El Gobierno español y el Partido Popular han tenido un papel importante en algunos de estos bloqueos. No han querido saber nada sobre la posibilidad de facilitar el desarme ordenado de ETA y tampoco han querido saber nada sobre cambios en la política penitenciaria o de reinserción. A pesar de las apelaciones constantes del Lehendakari y del Gobierno Vasco, el Gobierno de Rajoy ha eludido la posibilidad de acordar nada sobre estas cuestiones con las instituciones vascas. Entre tanto, ETA y su entorno político han entrado en un estado de parálisis desde 2013. Cabía esperar de su parte que siguieran dándose pasos unilaterales de cara al desarme o a desarrollar las vías legales en materia de beneficios penitenciarios o reinserción. También se esperaba que aportaran una reflexión crítica y significativa sobre lo que ha supuesto la violencia de ETA en el pasado. Por momentos pareció que estos pasos podían darse, e incluso, en distintos momentos y por distintas vías, llegaron a sugerirse de modo más o menos explícito. Sin embargo, las hojas del calendario de uno y otro año han ido cayendo y nada de esto ha ocurrido.

En este contexto, tengo la convicción de que la sociedad vasca esperaba algo más de los partidos políticos. Tuvimos durante cuatro años la posibilidad abierta de sentarnos juntos a reflexionar a puerta cerrada en la ponencia parlamentaria de paz y convivencia del Parlamento Vasco para tratar de tejer acuerdos mínimos. Sin embargo, algunos partidos prefirieron rechazar esta posibilidad y sustituirla por el ejercicio de llevar cada semana al Parlamento proposiciones e iniciativas de vocación mediática que elevaban el tono de la crispación. Lo paradójico es que se impedía la posibilidad de un diálogo sereno, reposado y discreto, al mismo tiempo que se alentaba una debate estridente y sin posibilidad alguna de progresión constructiva. El Lehendakari ayer habló de anacronismos. Efectivamente, en esta sociedad que practica y vive con normalidad la normalización, estos tres bloqueos —el desarme, la política penitenciaria y la falta de diálogo para una reflexión crítica y compartida sobre el pasado— son percibidos cada vez más como anacronismos. En cinco años, estos temas han envejecido a los ojos de la sociedad tanto como si hubieran pasado más de 15 años.

No podemos pasar página como si nada hubiera ocurrido en el pasado. Debemos afrontar estas asignaturas pendientes, pero debemos saber que quienes no estén en condiciones de afrontarlas o superarlas de un modo rápido, se enfrentan a un alejamiento acerado de los centros de interés de una sociedad que está inmersa en profundos procesos de transformación.

En contraste con lo anterior, en estos cuatro años el Gobierno Vasco ha tenido una herramienta importante que le ha permitido acompañar institucionalmente el progreso social hacia la normalidad de la normalización. Se trata del Plan de Paz y Convivencia, una herramienta cuya intensa gestión ha sustituido la falta de acción en otros ámbitos como el desarme, la política penitenciaria o la reflexión compartida sobre el pasado. El trabajo del Plan de Paz y Convivencia ha permitido eludir el costo social y político que hubiera tenido para todos —para la sociedad y para la política— la percepción de un estancamiento neto y sostenido durante cuatro años. Las iniciativas del Plan de Paz y Convivencia han generado progreso y movimiento efectivo hacia adelante. La sociedad ha podido percibir que avanzábamos, que no estábamos quietos.

Debemos crear condiciones para un nuevo tiempo de convivencia, para seguir avanzando y acompañando el paso de la sociedad. Hay temas en los que ya estamos progresando de manera notable. Es el caso de algunas líneas de actuación en materia de memoria o de víctimas.

El Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos está trabajando en base a importantes y amplios consensos transversales. Durante los últimos seis meses, y en el marco de la Capitalidad Europea de la Cultura Donostia 2016, el Gobierno Vasco ha convocado tres actos de  reconocimiento a víctimas del terrorismo, a víctimas del franquismo y a víctimas de abusos policiales. En los tres eventos han estado representadas todas las fuerzas políticas que hoy estamos participando en esta jornada. Esto que ha ocurrido con normalidad en este año de 2016 era imposible hace tan sólo un año. Por eso, tenemos motivos para ser optimistas.

Con este espíritu optimista, plantearé tres reflexiones a modo de propuesta. Forman parte de la Agenda Vasca en materia de paz y convivencia. Deberían estar encima de la mesa del nuevo Gobierno español como prioridades. Tienen que ver con aquello que no debe esperar más y que constituye una hipoteca para nuestra sociedad y para consolidar definitivamente la normalización de la convivencia.

La primera reflexión tiene que ver con el desarme y desaparición de ETA. Tiene tres vertientes. Lo que puede hacer ETA, lo que puede hacer el Gobierno español y lo que podemos hacer los demás.

·ETA es un anacronismo hoy en nuestra sociedad. Su pervivencia, más simbólica que real, es un lastre para la sociedad. ETA debería dar pasos unilaterales y definitivos que tuvieran efectos reales. Tiene propuestas encima de la mesa como la presentada por el Gobierno Vasco. Un paso sencillo que puede dar es declarar explícitamente que su voluntad de desarme y desaparición es definitiva, total, incondicional e irreversible. Algo que todavía no ha manifestado.

·El Gobierno español, al igual que han hecho y siguen haciendo los gobiernos de todo el mundo en situaciones similares, debe favorecer un proceso de desarme ordenado de ETA. El Gobierno español tiene encima de la mesa las propuestas presentadas por el Gobierno Vasco en este sentido. Sabe, además, que contaría para ello con el respaldo de los gobiernos europeos. Esta debería ser una de las primeras tareas a abordar por parte del nuevo Gobierno español.

·El resto estamos dispuestos a apoyar y a acompañar un proceso de desarme definitivo e incondicional con la colaboración de los agentes sociales, institucionales e internacionales que sea necesario.

La segunda reflexión está relacionada con la política penitenciaria y de reinserción. También este punto podemos abordarlo desde los mismos tres puntos de vista:

·No podemos compartir que el Gobierno español siga aplicando ahora una política penitenciaria y de reinserción incluso más dura que cuando ETA estaba en activo. La política penitenciaria debe ser también una política de convivencia y adaptarse al momento que vive la sociedad. El alejamiento de presos es un castigo cuyas consecuencias principales no paga el preso, sino su familia. Esta política debe modificarse. Tampoco es comprensible que el Gobierno español no tenga activa ninguna política de reinserción de personas presas, siendo ésta una de las finalidades constitucionales de la pena.

·El cambio de la política penitenciaria también requiere cambios por parte de las personas presas y de su entorno político. Lo primero que ha de esperarse en este sentido es que superen la traba colectiva que les imposibilita utilizar las vías legales individuales para acceder a beneficios penitenciarios y a los procesos de reinserción.

·De parte de la sociedad vasca y de sus instituciones cabe esperar el apoyo a las demandas legales y de humanidad que plantean las familias de las personas presas en relación con el acercamiento o los presos enfermos. Nos corresponde defender ante las instituciones del Estado una política penitenciaria diferente y la transferencia de prisiones. El Gobierno Vasco está desarrollando políticas activas de promoción de la reinserción social.

La tercera reflexión tiene que ver con el tercer nudo: la reflexión crítica sobre el pasado en materia de violencia y derechos humanos. Tenemos un problema ético político que debemos superar. Afortunadamente, nadie hoy en Euskadi sería capaz de reflexionar sobre la violencia del franquismo, el GAL o los abusos policiales sin una deslegitimación explícita de las mismas. Con diferencias más o menos importantes todos coincidimos en decir ante sus víctimas y ante la sociedad que aquello estuvo mal, o que fue injusto, o que nunca debió suceder. Aunque quede camino por recorrer y aunque todos tengamos que hacer autocrítica en una medida mayor o menor, esta es una base muy importante. Sin embargo, tenemos un déficit. Hoy, todas las fuerzas políticas no coincidimos en hacer con respecto a ETA una valoración crítica similar a la que somos capaces de hacer cuando nos referimos al franquismo, al GAL o a los abusos policiales. Esto es un problema que debe resolverse. Si me lo permiten, diré que el día que se dé ese paso todos saldremos beneficiados —la sociedad y las fuerzas políticas—, pero quien se beneficiará de una manera más intensa será la propia Izquierda Abertzale.

Este es un foro que, en la jornada de hoy, nos ha reunido aquí, en un espacio académico y propicio para la reflexión, a partidos políticos. Por este motivo quiero poner el acento principal de mi intervención en nuestra responsabilidad como fuerzas políticas. Aparquemos, por un momento, lo que hayamos hecho o dejado de hacer unos u otros en estos cuatro años. Olvidemos también por un momento el ejercicio del reproche infinito. Desde el punto de vista de lo que nos compete a los partidos políticos, la constatación básica que cabe hacerse es que en los últimos cuatro años el principal déficit ha sido la falta de diálogo y acuerdo efectivo entre nosotros en esta materia de paz y convivencia. También podemos hacer por un momento una reflexión benévola sobre lo pasado en la última legislatura. Podríamos considerar que tal vez un tiempo de distanciamiento y desencuentro era inevitable después de décadas de divisiones y violencia y que esa travesía áspera se ha cubierto en estos últimos cuatro años. Si a todo ello le añadiésemos un poco de buena voluntad y optimismo para el futuro inmediato, podríamos pensar que ha llegado la hora, que ya no caben más dilaciones y que ha llegado el momento de inaugurar una legislatura en la que los partidos políticos vascos vamos a ponernos en serio a dialogar y a trabar acuerdos en materia de paz y convivencia para pasar página como es debido.

Me quiero situar en estas claves. Cada nueva legislatura significa un nuevo comienzo y una nueva oportunidad. Creo que debemos aprovechar la oportunidad que representa la nueva legislatura. Podemos abrir un tiempo de diálogo para culminar el final ordenado de la violencia y la confirmación de una nueva etapa de convivencia. Si somos capaces de constituir una ponencia parlamentaria sobre autogobierno en la que, con la participación de todos, podemos hablar de todo, ¿qué razón puede haber para que no seamos capaces de reabrir un foro para abordar las tareas pendientes que tenemos en el ámbito de la paz y la convivencia?

La principal propuesta de futuro para la convivencia en una Euskadi sin ETA —y quiero terminar con esto— es que, pasadas las próximas elecciones autonómicas, todas las fuerzas políticas vascas nos sentemos en una mesa para decidir cuál va a ser el foro y el formato de un diálogo que nos permita abordar, mediante el acuerdo, todas las cuestiones pendientes relativas a paz y convivencia. La disposición del PNV es seguir trabajando en la próxima legislatura con la misma intensidad y voluntad como lo hemos hecho en esta. El compromiso y la propuesta que queremos compartir es inaugurar desde el primer día de la legislatura un espacio de diálogo y trabajo compartido.

No se trata de otra cosa que de trasladar a un formato discreto de diálogo y trabajo en equipo, esta escena que hoy aquí, públicamente, en los cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid, representamos todas las fuerzas políticas juntas.

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