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  1997ko otsailaren 17a                                                                    25. alea

 

SUMARIO

-Sobre el encarcelamiento de la Mesa Nacional de Herri Batasuna

-Guerra digital. Artículo de Joxe Joan G. de Txabarri.

 

 

SOBRE EL ENCARCELAMIENTO DE LA MESA NACIONAL DE 

HERRI BATASUNA  

Posición del PNV

  Somos muchos los vascos que buscamos la paz. La tan ansiada y necesaria paz. Quienes hacen uso de la violencia para lograr fines políticos no hacen más que añadir obstáculos a la resolución del conflicto que dicen querer resolver.

  Cada cierto tiempo “surgen” enfrentamientos y conflictos más o menos reales o ficticios, pero que en muchos casos retroalimentan las posiciones respectivas. A menudo cada postura se utiliza para justificar la bondad, eficacia y también debilidad de la estrategia propia.

  Tenemos claro que es la inmensa mayoría de este pueblo quien padece toda esta situación. Porque cuando se cierran puertas a la paz toma cuerpo y fuerza el pesimismo. La inmensa mayoría de los ciudadanos vascos estamos hartos de esta situación.

  Las mociones que plantea HB en distintas instituciones las enmarcamos en el contexto anteriormente expuesto:

 

* Visionado el vídeo por todas las personas que hayan querido hacerlo.

* Reproduciendo en su integridad la propuesta que contenía el referido ideo en distintos medios de comunicación.

* Transcurridos un año desde el intento frustrado de HB de querer incluir en sus espacios electorales la cinta elaborada por ETA.

 

CONSIDERAMOS QUE:

  1.- La decisión del Tribunal Supremo de encausar a los miembros de la Mesa Nacional de Herri Batasuna:  

a.- Es jurídicamente cuestionable.

b.- Adolece de la diligencia que debe presidir toda actuación judicial.

c.- Parece consecuencia de impulsos de naturaleza política.

 

  2.- La actitud de la Mesa Nacional de Herri Batasuna ante este hecho:

a.- Es absolutamente incongruente con su proceder habitual, porque el recurso a los Tribunales de Justicia es una práctica constante en HB.

b.- Constituye un elemento ideal para su esquema político de agitación y propaganda.

 

 

 

AKELARRE DIGITAL

  El debate sobre la incorporación de la Directiva Europea 95/47 ha dejado estela. El rastro digital permanece aún visible en el firmamento periodístico días después de su celebración en el Congreso de los Diputados, dejando en evidencia lo relevante del debate y la pasión con la que los partidos políticos sostienen sus posiciones en un tema en el que los nuevos criterios no terminan de encontrarse con determinadas posiciones empresariales excesivamente acomodadas al anterior régimen socialista.

  Al hilo de este debate, sostiene el editorialista de EL PAÍS, que no se reconoce en el retrato que realicé del Grupo PRISA desde la tribuna del Parlamento. ¡Cuántas veces nos sucede lo mismo al mirarnos al espejo! Ninguna novedad. Dicho retrato responde a la de un archilector nacionalista democrático vasco. El periódico es el mismo. Los receptores distintos.

  El lector, el oyente y el televidente habitual de los servicios informativos nucleados en torno a PRISA se encuentran desconcertados. Comprueban que han llamado a rebato. Repican las campanas en defensa de lo propio. Quienes oímos la cadena SER, sus informativos y sus tertulias, vemos los telediarios de Canal PLUS y leemos EL PAÍS, estamos sorprendidos por el cambio de actitud que observamos en la orientación y en los contenidos de dichos programas en lo que va de año. La mesura, la templanza y la sobriedad de los servicios informativos de dichos medios, ha dado paso en 1997 a una actitud beligerante con todo aquel que no comparte los análisis político-empresariales de PRISA. Constatamos que la batalla digital ha sido capaz de alterar un estilo y un savoir faire labrado y exuculpido durante años en dichos medios.

  Resulta llamativo comprobar cómo se alteran comportamientos profesionales tan asentados cuando las posiciones propias, empresariales o políticas, quedan en minoría.

  Esta actitud ha estado especialmente presente en el diario EL PAÍS que ha dirigido críticas acerbas al nacionalismo democrático vasco, al PNV y a Xabier Arzalluz en particular. EL PAÍS se retrata, además de por su línea editorial, por su persistente actitud en publicar reiteradamente artículos de opinión monotemáticos criticando actitudes básicas del PNV en un loable afán por encarrilar ovejas descarriadas. Y se retrata por sus clamorosos silencios. Indica el editorialista de EL PAÍS que el debate digital se produjo en el Congreso de los Diputados en un clima enrarecido, obviando que fue el portavoz socialista quien desmadró el debate, acusando a sirios y troyanos en un tono vehemente y ácido. Mutis por el foo. (Resuena aún en nuestros oídos el clamoroso silencio informativo y editorial de EL PAÍS, a raíz de “Las ratas” de J.A. Belloch. ¿Qué hubiera sucedido si dicho artículo conociera la firma de un dirigente del PNV?).

  Hay silencios que ensordecen. Resulta significativo que ni el portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, ni las informaciones ni el editorial de EL PAÍS, hayan tomado en consideración los argumentos de fondo expuestos en el mismo por el PNV, a saber, libertad de opción de los usuarios, mediatización de las posiciones de abuso de dominio y de monopolio en el mercado, concepción del Estado plurinacional, pluricultural y plurilingüe, mantenimiento del principio de intervención mínima en el mercado, ...

  Se opta por el camino del medio en la crítica, cabalgando entre juicios de intenciones y tópicos preestablecidos.

  A pesar de los pesares en el PNV, además de agradecer las críticas que desde los medios de comunicación se nos realizan, las leemos y analizamos con detenimiento por el respeto que nos merecen. A fuerza de ser sincero, con especial predilección las de EL PAÍS, por trayectoria, planteamiento y compromiso con la democracia en el Estado español. Lo que no obsta para manifestar a renglón seguido el desasosiego que produce en un nacionalista demócrata vasco por el análisis que este medio realiza de la situación política vasca, por su tibieza ante el esclarecimiento político del terrorismo de Estado conocido como GAL, por su posicionamiento en torno a la pacificación y normalización de Euskadi y de las actitudes del PNV.

  Recurrir en este contexto al argumento de afán de amedrantamiento, de voluntad intimidatoria por parte del PNV para con los periodistas de EL PAÍS es un golpe bajo impropio de un periódico serio y riguroso. No está el horno para esos bollos. La tribuna del Parlamento es el lugar por excelencia para fijar la posición de los Grupos Parlamentarios en torno a los temas que son objeto de debate.  Con publicidad y transparencia, en la plaza mayor de la política del Estado, con luz y taquígrafos, en línea con la más sana y limpia tradición democrática parlamentaria. Se nos podrá acusar de expresar con crudeza el análisis propio del PNV, pero jamás de amenazar. Nuestro propio libro de estilo, avalado por centenaria trayectoria lo rechaza de plano.

  Argumentar en el difícil momento político en el que vivimos en relación a la sinrazón terrorista de ETA que el PNV señala con el dedo a periodistas y se suma el coro del MLNV es una villanía de quien desde el anonimato del editorial no tiene el más mínimo rubor para dar nombres y apellidos, adjetivarlos y clasificarlos, para un renglón seguido saltar escandalizado porque desde la tribuna del Parlamento se hace un análisis político en torno a las posiciones de mercado de un holding empresarial y a las orientaciones de su línea editorial.

  Gran parte de la intervención del portavoz socialista se centró en demostrar que existía caza de brujas por parte del Gobierno y de los Grupos Parlamentarios que lo apoyaban en el debate, contra PRISA se suponía, aunque haya elipsis que clamen al cielo. El símil recoge una especial connotación para los vascos. La caza de brujas por parte de la Inquisición tuvo especial incidencia en la Vasconia de los siglos XVI y XVII, donde adquirió particular notoriedad el aker (macho cabrío), genio o diablo que presidía las asambleas brujeriles de la época, adoctrinaba a las brujas y se hacia adorar y servir por las mismas. Cuentan las crónicas de la época que la Inquisición moderna fue una Institución eficaz y un instrumento útil de control para el mantenimiento del modelo de sociedad vigente. La estabilidad del Estado moderno requería una uniformidad ideológica y la consiguiente eliminación de la disidencia. La Inquisión digital inquiere, castiga y actúa contra los posicionamiento que no considera políticamente correctos, intentado sentar doctrina en el establecimiento de los límites entre lo constitucionalmente ortodoxo y la heterodoxia extramuros. El aker, ahora en versión digital, se empeña, a finales del siglo XX, en convertir a lo políticamente correcto a esos gentiles del PNV que siguen con sus ritos y tradiciones. El “domuit vascones” pervive anclado en esa vetusta mentalidad tan arraigada en amplios sectores de la sociedad española.

  Así se sigue alimentando la leyenda negra del nacionalismo. Se afirma con rotundidad que no es demócrata quien es nacionalista sin más matices. Que el nacionalismo es el germen de la violencia. Que tras la apariencia bondadosa de los líderes institucionales del PNV, se esconde la verdadera faz de sus burukides y militantes, racistas, xenófobos, intransigentes y excluyentes... La intachable trayectoria de un partido centenario demócrata, la integradora y pluralista acción de Gobierno de las Instituciones vasca, calificada de modélica por propios y extraños, especialmente en el área social, los contenidos de las ponencias y documentos del propio PNV... no deben ser suficientes avales para quienes viven cómodos instalados en el tópico demagógico. Por ello siguen recurriendo a sus manuales de agit-prop, eso sí en nombre de la intelectualidad, instalando al PNV y a Xabier Arzalluz en el centro capital de todo lo horrendo que sucede en Euskadi. Haga lo que haga el PNV, diga lo que diga Xabier Arzalluz está condenado de antemano al fuego purificador. No se aceptan sus premisas mayores. Lo que viene a ser lo mismo que se le exige, -¿con qué autoridad?-, renunciar a su ideología y a sus postulados básicos. ¿Cabe mayor dislate?.

  En consecuencia, no resulta suficiente editorializar con rotundidad que no existe caza de brujas. Es preciso enterrar las armas dialécticas de vetustos cazadores vascos, amigos, socialistas y residentes en la Corte para dar paso a una relación horizontal desde el respeto a lo que cada uno representa. Tal cual.

 

Joxe Joan González de Txabarri Miranda